sábado, 23 de enero de 2010

Solidaricémonos con los damnificados de Haití

La historia de la humanidad recoge una amplia lista de desastres naturales, que han afectado a diferentes zonas del globo terráqueo aunque, en esta ocasión, le ha correspondido experimentarlo a un país, que reúne condicionantes muy particulares; el más pobre del continente americano y el que posee un mayor deterioro ambiental, con un 98% de su territorio deforestado. Al mismo tiempo, la ONU lo ha catalogado en el puesto 149 entre los 182 países en su Índice de Desarrollo Humano.

Desde su independencia en 1804, la República de Haití ha experimentado una situación diametralmente opuesta a la de su vecina, Republica Dominicana, como consecuencia del despotismo de todos los que han ocupado alguna responsabilidad de Gobierno quienes, han esquilmado sus escasas riquezas, relegando con ello, a la inmensa mayoría de sus habitantes, a la más absoluta pobreza. Un territorio, carente de las estructuras básicas y de los recursos necesarios para hacer frente a la vida cotidiana y por supuesto, en mayor medida a la tragedia humanitaria sufrida en los últimos días.

Circunstancias, que ha multiplicado considerablemente los efectos de un terremoto de magnitud 7, que sacudió en las primeras horas de la tarde del pasado día 12 de enero, el oeste de Haití provocando el derrumbe de cientos de edificios en su capital, Puerto Príncipe, enterrando a miles de personas en su interior. La destrucción, la muerte, el caos y la violencia acechan letalmente a quienes han sobrevivido al movimiento sísmico. Hoy, sin ninguna duda, este número de supervivientes habrá experimentado una considerable disminución.

Por todo ello, hoy más que nunca, con la única intención de evitar la muerte segura de miles de indefensos haitianos, nuestros semejantes, se hace totalmente necesaria la solidaridad internacional de los que afortunadamente disfrutamos del llamado Estado del Bienestar. Un mínimo de nuestro tiempo, una módica cantidad ingresada en cualquiera de las cuentas habilitadas al efecto, puede significar la esperanza para cientos de personas desesperadas, que esperan con urgencia la ayuda internacional. Yo, lo he hecho.

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