lunes, 2 de mayo de 2011

¿Comprometidos con todos los trabajadores?

En una ocasión más, me veo en la obligación de compartir con los lectores de este medio de comunicación algunas reflexiones en relación a las circunstancias que han rodeado la conmemoración en nuestra ciudad del día internacional de los trabajadores. Aunque, a modo de prólogo, primero deba recordarles por su importancia, que por primera vez en nuestra historia democrática, superamos los cinco millones de desempleados. Una cuestión, que sin ninguna duda, lleva la desesperanza a millones de hogares españoles y en consecuencia, a miles de hogares ceutíes mientras, algunos de nuestros líderes sindicales, en vez de trabajar intensamente por la defensa de nuestros derechos como trabajadores, explotan su condición de líder sindical en beneficio de su carrera política.

Una vez hecha esta afirmación, les plantearé algunas cuestiones: ¿Qué podemos pensar de un líder sindical, supuesto defensor de los derechos de los trabajadores, que se dedica a insultar gravemente a los más de veinte mil ceutíes que apoyamos la candidatura presentada por el Partido Popular en las últimas elecciones autonómicas, a los trabajadores de los medios de comunicación independientes de la ciudad, exceptuando a quienes sirven exclusivamente a sus intereses y a quienes profesamos una determinada creencia religiosa por el mero hecho de celebrar nuestras tradicionales procesiones de Semana Santa?

Un líder sindical, que exige la creación de un gran pacto social por el empleo, en el que tengan cabida todos los agentes sociales pero, sin embargo, un año más conmemora por separado el Primero de Mayo, mermando con ello el impulso reivindicativo de una fecha tan señalada. Tengo que señalarles, que a nivel nacional la conmemoración de este día unió una vez más, en las principales localidades españolas, a las dos centrales sindicales mayoritarias, UGT y CCOO, bajo un mismo lema “Empleo con derechos. Contra los recortes sociales”.

En definitiva, un representante sindical que pierde absolutamente toda credibilidad al obviar continuamente su labor fundamental, que no es otra que la defensa de los derechos de todos los trabajadores, independientemente de sus creencias políticas o religiosas. Por tanto, si es incapaz de desarrollar satisfactoriamente su labor principal, ¿cómo podríamos confiar plenamente en que pudiera desarrollar eficazmente otras responsabilidades?

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