sábado, 8 de mayo de 2010

Consecuencias del extremismo radical

Siempre he sostenido que la historia de nuestro país debe ser estudiada en profundidad y exactitud al objeto de extraer las enseñanzas necesarias para aplicar en el presente en función de las conclusiones extraídas. España posee una historia repleta de acontecimientos cuyos inicios se pierden en los tiempos más remotos pero, que muestra por otro lado, la riqueza de un país cuya Edad moderna comienza con el descubrimiento de América por Cristóbal Colón en 1492, año en el que también se produce la anexión del Reino de Granada. Finalmente, en 1512 con la anexión del Reino de Navarra toda la península Ibérica, excepto Portugal, paso a pertenecer a los Reyes Católicos y a sus herederos.
No obstante, me centraré en otra etapa importante de nuestra historia más reciente con la intención de extraer algunas conclusiones que pudieran ser utilizadas por los lectores al objeto de reflexionar en profundidad sobre una realidad soñada y finalmente alcanzada por los Reyes Católicos, la unidad de España. La Segunda República, un breve periodo de nuestra historia en el que los ciudadanos instauraron un estado democrático y republicano tras la salida del rey Alfonso XIII el 14 de abril de 1931, alargándose en el tiempo hasta el 1 de abril de 1939, fecha de la victoria del bando insurgente tras la Guerra Civil Española iniciada el 17 de julio de 1936 como consecuencia del levantamiento de una parte de la sociedad española desengañada con dicho régimen.
La II República significó la ruptura definitiva con el régimen anterior aunque, en ningún momento cumplió con las expectativas creadas en un proletariado que comprobaba indignado como no se alcanzaban los objetivos incluidos en una Constitución cuyos principios fundamentales se resumían en la igualdad de los españoles ante la Ley, el principio de laicidad, separación de Iglesia y Estado, sufragio universal y el reconocimiento del matrimonio civil y divorcio. Aunque, el crecimiento de las tensiones sociales provocadas por los extremismos radicales provenientes tanto de la derecha como de la izquierda política finalizó por provocar la única respuesta posible ante una situación insostenible tras los asesinatos de José del Castillo y de José Calvo Sotelo, detonante de la Guerra Civil.
En definitiva, los españoles estamos obligados a recordar dramáticos episodios de nuestro pasado más reciente al objeto de evitar en lo posible tensiones entre las diferentes posturas ideológicas existentes en la sociedad actual. La Constitución Española de 1978 es el documento normativo a cumplir por todos los integrantes de la nación española al objeto de convivir en paz y armonía eliminando tensiones artificiales creadas con la única intención de desviar la atención de la incapacidad de un Gobierno que ha llevado al país a alcanzar las peores cifras socio económicas desde la aprobación de nuestra Carta Magna en 1978.

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