miércoles, 20 de febrero de 2013

La realidad de un dialecto inmigrado


Los ceutíes debemos ser conscientes, que aceptar la existencia de una lengua propia para un determinado colectivo, constituye el primer paso de quienes tarde o temprano elevarán sus exigencias reivindicativas.  Es  momento de recordar la utilización en nuestro pasado más reciente del término “discriminación positiva” en  relación a la pretensión de establecer políticas, que otorgasen  a un determinado colectivo un trato preferencial en el acceso o distribución de ciertos recursos o servicios.

La aparición de la coalición Caballas significó un cambio sustancial en las estrategias políticas utilizadas hasta ese mismo instante por la primera formación política en la oposición parlamentaria, como consecuencia directa de las “influencias” de los nuevos socios. Por primera vez tuvimos la oportunidad de escuchar la nueva acepción que  denominaría a partir de ese momento  al dialecto hablado en el norte de Marruecos desde tiempos inmemorables  “árabe ceutí” en sustitución del término tradicionalmente utilizado “dariya”.
A pesar de los trabajos realizados por expertos arabistas por encargo de los dirigentes de la coalición, el “dariya”  es un dialecto utilizado por los habitantes de una zona determinada del norte de Marruecos, especialmente influenciado por las lenguas coloniales existentes en la zona (español y francés) así como, por las diferentes lenguas nativas bereberes. Un dialecto de uso exclusivamente oral, que debe utilizar el árabe moderno en su expresión escrita.
Por tanto,  nos encontramos ante una lengua inmigrada proveniente de un tercer país a pesar, de la planificada campaña mediática emprendida por quienes se autodenominan únicos defensores de los intereses de todos los ceutíes pero, que en realidad representan el sectarismo más radical de nuestra sociedad  al obviar intencionadamente, que en esta ciudad conviven diferentes culturas, que también poseen su propia lengua materna. 

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