A escasos días de
cumplirse un año del nombramiento de Mariano Rajoy como Presidente del Gobierno
de España, tras la victoria electoral del Partido Popular en las últimas
Elecciones Generales celebradas, es ocasión propicia para compartir con los lectores de este medio
de comunicación algunas reflexiones, desde la modestia que me caracteriza, que
podrían aclarar algunas de las
críticas vertidas en los últimos meses.
La ciudadanía retiró
en dichos comicios su apoyo a un partido
socialista que cosechaba el peor resultado electoral desde su fundación por diferentes motivos. En primer lugar, por
negar taxativamente los primeros
síntomas de una crisis económica que acechaba a la economía española. En
segundo lugar, por reaccionar mal y tarde ante
los primeros efectos de una crisis transmutada en recesión. Y finalmente, por incumplir
reiteradamente los principios básicos
del socialismo.
El Gobierno
socialista desatendió cada una de las recomendaciones efectuadas por la troica europea. José Luis Rodríguez
Zapatero, Alfredo Pérez Rubalcaba y compañía fueron incapaces de adoptar
aquellas medidas que otros países europeos
habían adoptado años atrás, y
cuando finalmente lo hicieron, perpetraron el mayor ataque al estado del
bienestar de los últimos años al castigar a pensionistas, dependientes y
funcionarios.
Por tanto, ¿cómo criticar las medidas correctoras adoptadas por el actual Gobierno de
España? Cuando ellos
recortaron un 5% el sueldo a los
funcionarios, eliminaron el "cheque
bebé", congelaron las pensiones y
redujeron drásticamente las ayudas a las
personas dependientes. Un Ejecutivo que
recortó 1.200 millones de euros en transferencias a comunidades autónomas y
ayuntamientos, bajando la inversión estatal en 6.045 millones y reduciendo las ayudas al desarrollo en 600 millones de
euros.
Para el recuerdo
permanecerá la acción de un Ejecutivo
que anunció la aparición de los
primeros brotes verdes mientras decretaba medidas para reducir el gasto público
en 15.000 millones de euros a través de
decisiones como una reforma laboral, reforma de las pensiones, disminución gasto
farmacéutico, subida de impuestos y una sensible disminución en las partidas
destinadas a atender las necesidades de los dependientes. Medidas todas ellas
equiparables a las adoptadas durante el primer año del
nuevo Gobierno del Partido Popular.
La hipocresía del
progresismo español no tiene parangón, la desvergüenza es generalizada en una
izquierda española que hoy crítica en las calles lo que no fueron capaces de
reivindicar a sus dirigentes cuando durante siete años ininterrumpidos
ostentaron responsabilidades de Gobierno. No se pueden argumentar las
medidas adoptadas en los últimos meses
en la herencia recibida, pero jamás olvidar que dichas medidas se han
puesto en marcha ahora como consecuencia
de no haberlas adoptadas en los últimos años.
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