Afirmar que nuestro
país atraviesa la peor crisis socio económica de nuestra historia democrática
como consecuencia directa de la ineficacia del Ejecutivo anterior es una obviedad y por ello, los ciudadanos decidimos mayoritariamente en
los últimos comicios celebrados retirar
nuestra confianza al partido socialista liderado por José Luis Rodríguez
Zapatero para otorgársela al partido popular de Mariano Rajoy, a quien se le confirió la responsabilidad de adoptar
aquellas medidas que los
socialistas habían sido incapaces de aprobar.
Por tanto,
parece lógico pensar que dichas medidas deben diferenciarse claramente de las ejecutadas
por quienes no fueron capaces de
reconducir la economía española en los últimos años. Entre las cuales, no podemos obviar el “decretazo” aprobado, sin negociación
colectiva alguna, que redujo las retribuciones básicas de todos los trabajadores públicos del
país en un 5%, circunstancia que no
provocó movilización sindical alguna a
pesar, de ser la primera vez que se
adoptaba un recorte retributivo de estas características en nuestra historia
democrática.
Las decisiones
adoptadas en las últimas semanas han venido definidas desde el Consejo de
Política Fiscal y Financiera de las Comunidades Autónomas, un órgano creado en
1.980 por la LOFCA (Ley Orgánica de Financiación de las Comunidades Autónomas)
con el objetivo de adecuar la coordinación entre la actividad financiera de las
Comunidades Autónomas y de la Hacienda del Estado. El Consejo de Política
Fiscal y Financiera está constituido por el Ministro de Hacienda y el Consejero
de Hacienda de cada Comunidad Autónoma.
En consecuencia, el
Ejecutivo ceutí ha elaborado un nuevo paquete de medidas de austeridad
denominado “Plan de Sostenibilidad
Presupuestaria” que incluye medidas de
trascendencia socio económicas tales como; la reforma del sector público empresarial, la
supresión de actuaciones y programas considerados en estos momentos como
prescindibles, la reducción en las retribuciones de los miembros del Gobierno y
personal de confianza así como, la supresión de jornadas partidas, especiales y
productividad en algunos puestos de trabajo de la administración pública de la
Ciudad.
Medidas que no han
sorprendido a una ciudadanía plenamente
conscientes de algunas de las medidas adoptadas en otras autonomías la cuales,
a diferencia con nuestra ciudad, han introducido recortes en las retribuciones
básicas de sus empleados públicos así como, en los derechos sociales recogidos
a través de años de negociación
colectiva. En cambio, el Ejecutivo ceutí se limita a modificar la jornada laboral en
función de criterios de racionalización
del trabajo (jornadas partidas, rotatorias, a turnos o especiales) totalmente
circunstanciales puesto que, en ningún caso, crean derechos adquiridos para los
trabajadores que la realicen. A situaciones excepcionales, soluciones
excepcionales aunque, supeditadas en todo
momento a la condición “sine qua non” establecida por el Presidente de la
Ciudad, Juan Jesús Vivas, de no destruir empleo público bajo ninguna
circunstancia.
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