La realidad de
nuestro país es más que evidente, somos
el estado miembro de la Unión Europea que obtiene el peor resultado en el
primer análisis de desequilibrios macro-económicos correspondiente al ejercicio
2010, con un total de 6 suspensos de los 10 indicadores que se analizan. En
consecuencia, el comisario de Asuntos Económicos y Monetario, Olli Rehn, ha exigido analizar en profundidad
estas problemáticas y muy especialmente, la que sitúa a nuestro país con una
tasa de desempleo que duplica a la media existente en la UE.
Es una obviedad
afirmar que sobrepasar estos límites ha
sido responsabilidad de quienes han
dirigido el país en los últimos años. Todos recordamos las advertencias de
quienes señalábamos hace tres años que nuestra economía iba camino de una
profunda crisis mientras, los dirigentes
socialistas negaban la mayor. Todos recordamos las advertencias de quienes
señalábamos que esa misma economía sucumbiría arrastrando con ella a los
trabajadores españoles mientras, los dirigentes socialistas anunciaban la
aparición de “brotes verdes”. Todos,
absolutamente todos recordamos aquella célebre frase pronunciada por el líder socialista, José Luis Rodríguez
Zapatero “Haciendo uso de un símil futbolístico se podría decir que España ha
entrado en la Champions League de la economía mundial”.
Por tanto, entender
las razones que han argumentado la reforma laboral aprobada la pasada semana
por el Ejecutivo de la nación es entender la realidad de un mercado laboral que
atraviesa la peor situación de nuestra historia democrática como consecuencia
de la ineficacia en la reforma laboral
elaborada y aprobada por el Gobierno socialista
en el año 2010, una reforma que pretendía corregir la sangría en la
empleabilidad que experimentaba nuestro mercado laboral. Tras dos años de
crecimiento en el número de desempleados,
los ciudadanos no albergábamos duda alguna respecto a la realidad
de un
país que ocupa la última posición de todos los estados miembros de la
Unión Europea en esta problemática, un país que soporta una tasa de desempleo
que supera ampliamente el 22%.
Como respuesta a
tanta ineficacia, la ciudadanía retiró
su confianza al Gobierno del partido socialista y la depositó en la candidatura popular
liderada por Mariano Rajoy. El Gobierno del Partido Popular ha comenzado la
legislatura con medidas ejemplarizantes como los recortes en su propia estructura, en las retribuciones de todos sus
miembros o en los gastos de funcionamiento. Ahora, tras analizar en
profundidad la situación real de nuestro mercado laboral, ha elaborado y
aprobado la reforma laboral más ambiciosa de los últimos años. Una reforma laboral que nos acerca a la de aquellos países europeos en los
que mejor ha funcionado el mercado de
trabajo en las actuales circunstancias de crisis, una reforma que nos
acerca a Alemania y nos aleja de Grecia
a pesar de las duras críticas recibidas de centrales sindicales y formaciones
políticas de izquierda. No es la solución definitiva, pero significa
un decidido paso hacia la senda del crecimiento en una cuestión esencial
para la sociedad española.
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