miércoles, 16 de octubre de 2013

La violencia debe ser siempre condenada

Cuando aún humean los rescoldos del  incidente  protagonizado por un grupo de radicales de extrema derecha en el Centro Cultural Blanquerna, con motivo de la celebración de la Diada de Cataluña en Madrid, otro grupo de radicales, en esta ocasión de extrema izquierda, atentaron   con  bomba  contra la basílica del Pilar en Zaragoza, causando afortunadamente solo daños materiales. Sin ninguna duda, acciones condenables, acciones reprobables, acciones deleznables, pero en nada comparables entre si  puesto que, mientras la primera fue una acción violenta con empujones, insultos y exaltación patriótica, la segunda fue un atentado terrorista con artefacto explosivo.

Pues bien, a pesar de tan claras diferencias, la izquierda española  condenó y exigió la disolución de la fuerza política de extrema derecha  a la que pertenecían quienes violentaron el acto independentista, mientras han mantenido el mayor silencio ante el ataque terrorista perpetrado contra la basílica de la Virgen del Pilar, el templo de la patrona de la Hispanidad, días antes de la celebración de una fiesta nacional, que  conmemora  la efemérides histórica en la que España, a punto de concluir su  proceso de construcción del Estado y la integración de los reinos de España en una misma monarquía, inició un período de proyección lingüística y cultural más allá de los límites europeos.
Aunque no ha sido el único acto de estas características en los últimos días, otro grupo terrorista independentista atentó en el municipio orensano de Beade, uno más de los más de 130 atentados perpetrados por una organización terrorista que anhela la ruptura del estado español sin recibir critica alguna del mal denominado progresismo español. Claro, reivindicar la unidad de España si debe ser condenada, pero atentar contra los intereses de todos los españoles no. La violencia, sea cual sea su color político, debe ser siempre repudiada. Por cierto, no es mi intención generaliza,  pues estoy totalmente convencido de la presencia en nuestra sociedad de una inmensa mayoría de ciudadanos de izquierda, que rechazan la violencia protagonizada por  la extrema izquierda, pero la realidad es más que evidente.


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