Comparto mi
indignación con los lectores de este medio de comunicación tras conocer
los lamentables acontecimientos del día de ayer. Una vez dicho esto, centraré mi colaboración
de hoy en el personaje que ha fagocitado
la primera formación política en la oposición parlamentaria, capitalizando todos los actos públicos de
esta formación a pesar de representar los intereses de un reducido
grupo de “progresistas” tránsfugas de la izquierda ceutí. Ni podemos, ni debemos olvidar que la formación liderada por el
“Califa” de Ceuta se constituyó tras el primer episodio de transfuguismo
político en nuestra ciudad, una escisión producida tras arrebatar la Alcaldía a quien la había
alcanzado legítimamente en las urnas.
Tampoco podemos olvidar,
que me refiero a una etapa caracterizada por la inestabilidad política
existente como consecuencia directa de los innumerables episodios de deslealtad
protagonizados por quien hoy pretende
dar lecciones de moral. Las hemerotecas
de los medios de comunicación de la ciudad
nos recuerdan fidedignamente unas
sesiones plenarias caracterizadas por las vejaciones, insultos y menosprecios dirigidos tanto, hacia los
miembros de la oposición como, hacia los
dirigentes de la formación política
mayoritaria con la que compartían el Gobierno municipal. Por cierto, informaciones extraídas de
las hemerotecas de los medios de
comunicación criticados por el “gurú” del progresismo ceutí.
Con este penúltimo artículo de la serie “dedicada” al
“Califa” de Ceuta espero haber
desenmascarado a quien negó públicamente ante su militancia una realidad
incuestionable, una realidad extraída de las hemerotecas de los medios de
comunicación de la ciudad. Un demócrata
que jamás duda en utilizar el
viejo arte de la injuria contra todos aquellos que discrepan de sus
planteamientos, incluidos estos mismos medios de comunicación. Sin ninguna
duda, Ceuta necesita del compromiso sincero y leal de todos los ceutíes, de todos los políticos,
nuestro bienestar depende de ello.
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