Los medios de comunicación
de la ciudad deberían plantearse muy seriamente
destapar toda la verdad sobre la gestión política desarrollada por el
Gobierno municipal tripartido desde octubre de 1988 hasta mayo de 1991, y más
concretamente sobre la gestión económica desarrollada por el “Califa” de Ceuta tras protagonizar los mejores instantes del encuentro organizado por jóvenes Caballas.
Un acto en el que votantes del Partido Popular y medios de comunicación locales
acapararon las críticas de un desatado portavoz localista.
El primer ataque lo dirigió
contra el líder de Ceuta Unida en aquellos años, Rafael Montero Palacios, también editor del
decano de los medios de comunicación locales, El Faro de Ceuta, diario que
publica todas las semanas sus reflexiones. Juan Luis Aróstegui no dudó ni por
un instante en acusar a este medio de haber tergiversado la realidad por
intereses partidistas. Acusaciones extensivas a todos los medios de comunicación de la ciudad a los
que acusó de estar sometidos al poder económico de quien compra sus voluntades,
el Ejecutivo de la Ciudad.
El “Califa” de Ceuta parece
haber olvidado repentinamente como en su
primer año al frente de la concejalía de
Economía y Hacienda incluyó en los Presupuestos Generales de la Ciudad, por
primera vez en la historia del Ayuntamiento de Ceuta, 57 millones de pesetas destinados a una
partida denominada “Publicidad Institucional”, 42 millones para la televisión creada desde la concejalía que el mismo dirigía y 15 para los
medios restantes, dos medios escritos y dos emisoras radiofónicas aunque, estas
cantidades experimentarían
posteriormente un considerable incremento al destinar cantidades
provenientes de otras partidas. ¿Casualidad o causalidad?
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