Los ciudadanos aún
recordamos la trayectoria política de Julio Anguita, alcalde de Córdoba entre
1979 y 1986, secretario general del Partido Comunista de España y coordinador
general de Izquierda Unida. Un político brillante comprometido con la ideología
de izquierdas, que fue capaz de trasladar
su experiencia profesional como docente a la actividad política. El primer alcalde comunista de España tras la legalización de esta formación, que
supo ganarse el afecto de unos conciudadanos que le otorgaron cariñosamente el calificativo del Califa de Córdoba.
Ceuta, para no ser diferente
a la capital cordobesa, también
disfruta, desde hace años, de la presencia en la actividad política de un
docente de izquierdas, obstinado en equiparar su trayectoria política con la
del dirigente andaluz. Compartió militancia en el Partido Comunista de España,
accedió al ámbito educativo e inicio una longeva carrera política repleta de
intrigas palaciegas. Un dirigente ceutí, que a pesar de no haber alcanzado ni
el éxito político, ni el reconocimiento ciudadano a su actividad política, si
ha sido capaz de ganarse, por méritos propios,
la denominación del Califa de Ceuta.
Un título ganado a pulso
tras defender, en los últimos tres años,
los intereses de quienes le han llevado, tras años de intentos
fracasados, a la Asamblea de Ceuta.
Podría recordar los innumerables episodios, declaraciones, actuaciones y
decisiones de nuestro protagonista, que demostrarían esta afirmación, pero me
centraré única y exclusivamente en las críticas vertidas contra la
conmemoración institucional de un hecho histórico, que cambió definitivamente
el devenir de una ciudad sometida hasta
ese mismo instante a la dominación de la
dinastía Benimerín, la dinastía que gobernó los territorios que hoy constituyen
el reino de Marruecos. En definitiva, un dirigente político que se ha ganado el
calificativo del Califa de Ceuta por defender los intereses de quienes le
ofrecieron el tan ansiado sillón de concejal.
0 comentarios:
Publicar un comentario