Los españoles
otorgamos mayoritariamente nuestra confianza a la candidatura del Partido
Popular encabezada por Mariano Rajoy un domingo día 20 de noviembre de 2011.
Tuvimos que esperar pacientemente durante varias semanas hasta vislumbrar el
final de una etapa marcada por el derroche de los fondos públicos y el
incremento insostenible en las cifras del desempleo. El miércoles 21 de diciembre, 31 días después
de la celebración de las Elecciones Generales, Mariano Rajoy Brey se convertía
en el nuevo Presidente del Gobierno tras
la publicación en el Boletín Oficial del Estado del Real Decreto
1822/2011. Un día después, el líder del Ejecutivo comunicaba los nombres de
quienes le acompañarían en la nueva andadura, los miembros del nuevo Consejo de
Ministros.
El viernes día 23 de
diciembre de 2011 se celebró la primera reunión de un Consejo de Ministros que
en menos de 100 días ha aprobado más medidas
para luchar contra los efectos de la situación heredada que todas las
adoptadas por el Gobierno socialista saliente en sus siete años de
mandato. Desde la aprobación en la segunda reunión del nuevo equipo
ministerial del primer paquete de medidas para reducir el
déficit público en 8.900 millones de euros hasta la aprobación en el último
Consejo de Ministros celebrado el pasado viernes de la Ley de
Transparencia, sin olvidar en ningún momento
las políticas sociales como las ayudas
de 400€ a los desempleados, la inclusión de nuevos supuestos en la Ley de Dependencia o el incremento general
en las pensiones.
No obstante, en esta
ocasión me centraré exclusivamente en
algunos de los apartados de la nueva Ley de Transparencia aprobada el
pasado viernes que nos equipará con los
países europeos de primer nivel al alejar
definitivamente la opacidad de la
gestión política. De esta manera, el Gobierno del Partido Popular pone a
disposición de la ciudadanía todos los contratos de las diferentes
administraciones públicas: publicando los procedimientos, el importe y el
adjudicatario, también de todas las subvenciones o ayudas públicas que cada
departamento concede y convenios que suscribe. A partir de estos momentos,
todas las administraciones deberán dar a conocer todos sus contratos, cómo
gastan el dinero, con qué organigrama trabajan, y cuáles son las retribuciones
de sus equipos directivos.
Al mismo tiempo, la
nueva Ley pondrá el punto y final a los excesos retributivos de aquellos
alcaldes que hasta el momento cobraban más que el propio Presidente del
Gobierno. Por primera vez en este país, se fijarán baremos públicos lógicos y
coherentes sobre los que se deberán
regir los nombramientos de cargos
municipales que serán aprobados cada año por las Cortes Generales en la ley de
los Presupuestos Generales del Estado. Una vez sea aprobada la reforma de la Ley de Bases de Régimen Local serán
prioritarios en la confección de dichas retribuciones aspectos tan importantes
como el tipo de entidad local, el número de habitantes o las dimensiones de la
localidad en cuestión.
A pesar de todo ello,
las centrales sindicales mayoritarias
que permanecieron en el más
absoluto silencio mientras el anterior Gobierno dilapidaba los fondos públicos
llevándonos a las mayores cifras de déficit y de desempleo, convocan una Huelga
General cuando a penas se cumplen los primeros 100 días de la toma de posesión
de un Ejecutivo que ha demostrado con
hechos concretos su especial sensibilidad con las problemáticas que
afectan a la ciudadanía y más
concretamente, hacia quienes sufren en mayor medida las consecuencias de las
decisiones de quienes disfrutaban del
beneplácito expreso de UGT y
CCOO. Jamás una Huelga General fue tan injusta con la labor desarrollada por un
Ejecutivo a lo largo de nuestra historia democrática.
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