No deseo aburrir a
los lectores de este medio de comunicación con cifras que demuestran la
situación económica de un país que obtiene los peores resultados de todos los
estados miembros de la Unión Europea en el análisis de desequilibrios
macroeconómicos correspondientes al ejercicio 2010, pero si recordar algunas de las frases pronunciadas
desde el progresismo español respecto a
la economía española: La crisis “es una falacia, puro catastrofismo”. “Estamos
creciendo por encima del 3%. Aunque mañana crezcamos al 3% o al 2,8%, que es un
crecimiento bueno, vamos a seguir creando empleo y teniendo superávit”.
Algunos dirigentes
socialistas niegan su responsabilidad en esta cuestión argumentándola en un supuesto desconocimiento, cuando hasta el propio Premio Nobel de Economía, Paul Krugman, el 16
de marzo de 2009, durante la celebración del Foro Económico Innovae y, en
presencia de José Luis Rodríguez Zapatero, afirmaba que las perspectivas
económicas de España eran aterradoras a través de afirmaciones como: “Los próximos años van a ser muy difíciles
para los españoles” y el camino de
salida de la crisis para España “será doloroso o extremadamente doloroso”.
A pesar de todo ello,
los ciudadanos debemos soportar desconcertados
las duras críticas vertidas contra cada una de las medidas adoptadas por
el Ejecutivo de un Partido Popular a
quienes hemos otorgado nuestra confianza de forma mayoritaria para devolvernos al camino del crecimiento
económico por quienes nos han llevado a
la situación actual. Hoy, el vandalismo progresista de unos pocos domina nuestras calles rememorando momentos de nuestro pasado más
oscuro a través de unas algaradas callejeras que reivindican derechos perdidos como
consecuencia de la incapacidad de los
gobernantes de la izquierda.
Crisis económica que
también afecta a nuestra ciudad aunque,
minimizada como consecuencia directa de la responsabilidad de un Ejecutivo
que emprendió hace tiempo el camino de la sensatez a través de la puesta en
marcha de diferentes planes de austeridad en la gestión de los recursos
públicos. No obstante, a estas medidas
ya iniciadas deberían seguirles otras en consonancia con la situación económica en la que nos
encontramos. Con total seguridad, es el momento de suprimir aquellos gastos considerados como no esenciales y por supuesto, es el
momento de acometer medidas ejemplarizantes por parte de nuestros
representantes políticos puesto que, los
sacrificios no solo se les pueden exigir a los trabajadores.
Los ciudadanos somos
plenamente conscientes de la situación en la que nos encontramos, somos
plenamente conscientes de quien nos ha
llevado a ella y por supuesto, de las medidas que deben aplicarse. Con el
sacrificio y el esfuerzo de todos; empresarios, sindicatos, trabajadores y
dirigentes políticos alcanzaremos las metas propuestas. En definitiva, este
país, esta ciudad necesitan del
esfuerzo de todos en una misma dirección, ha llegado el momento de mirar hacia
adelante.
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