martes, 1 de marzo de 2011

De raza le viene al galgo

En los últimos días los ciudadanos hemos tenido conocimiento de las primeras reacciones surgidas en la dirección de la primera formación política en la oposición parlamentaria, UDCE, tras la formalización hace algunos meses de un proyecto común con la formación liderada por la “ambición blanca”, el Partido Socialista del Pueblo de Ceuta. Musa Rahal, cofundador, secretario general y secretario de organización del Grupo Parlamentario de la UDCE en la Asamblea, ha presentado su dimisión irrevocable de todos sus cargos institucionales al comprobar la “peligrosa deriva” en la que se ve inmersa esta formación política como consecuencia directa de la unidad de acción formalizada con el mayor desestabilizador de la convivencia en la ciudad.

Decisión que atrae a mi memoria numerosos incidentes protagonizados por un comunista reconvertido, que comenzó su trayectoria política en las elecciones de 1983, siendo el número 2 de la candidatura presentada por el PCE, partido disuelto como consecuencia de las discrepancias de nuestro protagonista con la directiva nacional. Posteriormente, la disolución del PCE y las desavenencias internas de militantes del PSOE con Francisco Fraiz (Alcalde socialista 1983), posibilitaría su regreso a la política a través de la creación del PSPC, partido que se presentaría por primera vez en las elecciones de 1987 con Aróstegui en el número 3 de la lista aunque, finalmente alcanzara el liderato de dicha formación como consecuencia directa de su ambición desmedida.

Una vez más, la historia parece repetirse tras el acercamiento promovido desde una formación residual ansiosa por reeditar triunfos del pasado al objeto de restituir a la política activa a su líder espiritual aunque, en esta ocasión no todos los dirigentes de la formación fagocitada han sido engañados por las promesas ofrecidas. Sin ninguna duda, esta unidad perjudica gravemente las esencias de la segunda formación política de la ciudad como consecuencia directa de la estrategia desestabilizadora implantada en una coalición en la que los insultos y los menosprecios a la ciudadanía se han convertido en la nota predominante.

En definitiva, la historia se repite una vez más, los insultos, las mentiras, las acusaciones, las injurias, las calumnias y los engaños han regresado a la actualidad política ceutí. La moderación que ha predominado durante la última década en el seno de la Asamblea sufre el mayor ataque de los últimos años. Un ataque que debe ser rechazado por la ciudadanía en general, sin exclusión alguna. Los ceutíes no podemos permitir el retorno de estrategias desestabilizadoras que protagonizaron la etapa más oscura de nuestro pasado más reciente.

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